Crónica de Cambrils

Crónica del último concierto de Barricada en Cambril en Diari de Tarragona por Raúl Cosano:

Barricada no da tregua

El bullicio alborotado de las 2.000 personas reunidas en Cambrils quería rock duro, creerse radical y un poco antisistema durante una noche, y Barricada cumplió en la ejecución vibrante de sus himnos de siempre.

Hubo euforia, saltos, estruendos y, por supuesto, muchísimo rock’n roll a golpe de guitarras sin la más mínima concesión.
Entre el público, mucho joven sediento de aparentar rebeldía y algunos granaditos, delatores de los 27 años que los navarros llevan en la carretera. Ayer, en el estreno del Cambrirock, no había lugar para la nostalgia. Desde el minuto uno, los pamploneses se encargaron de dilapidar cualquier asomo de sentimentalismo con esa actitud de tipos duros… pero corteses ya que, como es habitual en las últimas giras, abrieron la veda con el divertido ritmo circense de Sean bienvenidos.
En plena forma
Luego llegó el frenetismo, el non-stop de temazos rockeros que ya son historia de la música española. El repertorio es vastísimo pero ellos saben con qué deleitar al respetable. Sonaron Deja que esto no acabe nunca, En la silla eléctrica o Animal caliente, que hizo cantar al público hasta la extenuación.
La banda suena engrasada, en plena forma. Su líder, ‘El Drogas’, llena el escenario con su presencia intimidante, su forma de contonearse, de revolverse en éxtasis en una suerte de histrionismo decadente. Y hubo tiempo para las bromas: «El escenario está un poco resbaladizo pero no se lo digáis a Rosendo y a ver si se cae después», dijo el cantante. El resto de músicos mantienen compacta a la banda con una robustez incontestable. El sudor de tanto amplificador atronador fue empapando el escenario y las primeras filas, que por momentos se desmadraban. A medida que avanzaba el concierto, la artillería pesada de ‘hits’ desfiló por Cambrils, y ahí sonó una furiosa No hay tregua o la siempre esperadísima En blanco y negro, otro emblema imperecedero de la banda. Otro momento mítico fue Oveja negra, donde el fan se da el gustazo de corear a pleno pulmón eso de ‘¡Balas blancas para la oveja negra!’, casi un grito de guerra. Con tanto clásico, es casi imposible defraudar; más aún si el público está entregado y el que viene después es otro incombustible. El madrileño Rosendo también tenía preparada su dosis de rock peleón.